Debemos diferenciar la actividad motriz que realizamos para el cumplimiento de nuestras actividades de la vida diaria y a la que denominamos ACTIVIDAD FÍSICA de aquellos movimientos y prácticas corporales que realizamos de manera regular y sistemática para mejorar o mantener nuestra competencia funcional y nuestra forma física. A esta segunda forma se le denomina ejercicio físico.
La esperanza de vida en sociedades desarrolladas se encuentra alrededor de los ochenta años. Ello quiere decir que si mejoran las condiciones de vida de las personas durante su ciclo vital, existe un amplio margen para poder incrementar la longevidad.
La promoción de la práctica del ejercicio físico es fundamental para el mantenimiento de un estilo de vida activo y saludable.
Las personas mayores que hacen actividad física de forma continuada muestran una disminución de la discapacidad y de la dependencia.
También en personas con enfermedades crónicas, la participación sistemática en actividades físicas incrementa su función física.
Podemos resumir que la práctica habitual de ejercicio físico:
1.- Aumenta la condición física muscular, la resistencia aeróbica, el equilibrio, la movilidad de las articulaciones, la flexibilidad, la agilidad, la velocidad de paso y la coordinación física en general
2.- Tiene efectos favorables sobre el metabolismo, la regulación de la presión sanguínea y la prevención de la obesidad.
3.- Disminuye el riesgo de padecer enfermedades de tipo cardiovascular, osteoporosis, diabetes e incluso algunos tipos de cánceres.
4.- Contribuye a reducir la depresión, la ansiedad, a mejorar el humor y la habilidad para desarrollar actividades de la vida diaria
5.- Ayuda a conservar activas funciones cognitivas como la atención y la memoria.
6.-Favorece el establecimiento de relaciones sociales
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